Vaya, ya me fastidia hacerte los comentarios malos a ti, jrvalverde.
A ver si la próxima coincidimos.
Un abrazo.
No hay por qué.
Al contrario, gracias a ello me he puesto a pensar y creo que lo que falla no es la foto, sino que soy yo.
Después de tanto viaje, el vuelo acaba por volverse un mero mecanismo de transporte, donde lo único relevante es que sirve para alejarte de los tuyos y traerte de regreso a casa, y esto último pasa a ser casi lo único que importa, aunque quede un poco de romanticismo y de color, la belleza del paisaje pierde importancia, solo la celeridad con que vuelves. Y es lo que yo le veía a la foto, algún destello irisado, el ocaso, el ala nítida y la sensación de velocidad.
Tampoco es que mi estado de ánimo y los motivos de éste vuelo último ayudaran mucho.
Pero es cierto, no es eso lo que uno espera cuando piensa en volar. La foto hubiera quedado mucho mejor con una luz clara, con reflejos plateados en el acero del ala, con un cielo azul o con unas nubes dramáticas, y aún mejor, con un volcán sobresaliendo de un mar de nubes, o una puesta de sol impresionante... todas ellas escenas que recuerdo con satisfacción.
Por otro lado, al final todo eso se vuelve anodino, y el romanticismo deja paso al pragmatismo. Es volver lo que me importa, el atardecer y no el amancer, el final y no el principio del viaje, el jirón de la estela en el ápice del ala y no es paisaje. Satisfecho, sí, pero volviendo. Atrás quedan las vivencias, que ya no importan.
Bueno, os hacéis una idea, yo creo. No es poética, no es bella, no es una foto que haga soñar con el romanticismo de volar y viajar a nuevos destinos. Es la del viajero cansado que solo piensa en volver con los suyos.
A lo mejor, explicada, se vé de otra forma. Mi culpa por no darme cuenta de que la mayoría de la gente ve(mos) y prefiere(preferimos) la vida con ilusión y anticipando la belleza del nuevo destino.
Buf.... me siento viejo.