Voy a relatar aquí, hoy, la breve pero intensa historia de mi muerte.
Son muchas las personas que pensaban como yo, que cuando se acaba la vida no hay nada más, pero hoy he descubierto que cuando se acaba la vida empieza la muerte y que todo final conduce a un principio...
Lo primero que ocurre cuando mueres es lo mismo que cuando naces... Abres los ojos, con dificultad pero los abres y te encuentras ante la primera elección de tu muerte, difícil elección, pues eres un recién fallecido y aún no te sabes desenvolver con soltura.
¿Hacia dónde voy? ¿Qué camino me llevará al lugar más conveniente?
Las cosas siguen más o menos como en la vida, debes escoger entre varias opciones... Como no tenía mucha información decidí abordar la puerta de la izquierda...
Era una puerta sombría y tétrica, aún así tenía pinta de estar menos usada que la otra, y teniendo en cuenta lo que hicimos en vida supuse que la puerta menos usada sería el camino que me llevaría al cielo.
No fue así... Allí no había ni color ni vida, tan solo había soledad y tristeza. Un árbol, rocas, cielo, algunas nubes y un trozo de mar.
Nada con lo que ser feliz.Por suerte la muerte sí te da una segunda oportunidad, abandoné aquel lugar, deshice mi camino y tomé la otra opción.
Era una puerta aún más lúgubre e inquietante si cabe. Pensé que sería ésta, pues, la puerta que daba a la salvación, pero de nuevo me equivoqué, la alternativa a la soledad era una simple y llana escalera hacia al cielo, y ni siquiera, porque las nubes se interponían en mi camino.
Como dije al principio, todo final te conduce a un principio y cuando estás subiendo por una escalera vertical las perspectiva no te permite ver qué hay más allá, qué hay al final del recorrido. Al final de este recorrido, la recompensa a los 684 peldaños de subida (tantos como veces miré para otro lado en vida) es una grúa...
No me digas por qué, pero no me pareció extraño encontrarme con semejante rareza, una grúa que sale del cielo para ayudarte a cruzar las nubes, al fin y al cabo más raro era tener consciencia. Me dejé llevar sintiendo la aceleración de aquel brazo mecánico sobre mi cuerpo, no sabría decir cuanto duró pero daba igual porque para aquel entonces yo ya sabía que el tiempo es relativo y que todo lo que conocía de antes no servía para nada. Para cuando abrí los ojos un nuevo mundo apareció ante mí.
Estaba ante mi nuevo universo, quizás no era tan grande y negro como el que conocía hasta entonces pero universal de todas formas.
No pude evitar la sensación de soledad y las preguntas no dejaban de acosarme ¿Estaré solo? ¿Habrá alguien más? ¿Cómo son las cosas ahí? ¿Cuanto tiempo estaré? ¿Seré el primero en llegar aquí?...
... Pues ni el primero ni el último, algunos estaban todavía llegando y otros llevaban ya tiempo. El lugar no era tan diferente al de la otra puerta, rocas, mar, cielo...
Pero con una diferencia fundamental, aquí si había razones para ser feliz ya que estaría acompañado.Supongo que a algunos les habrá divertido este cuento, a otros les parecerá muy hortera o cursi, otros se fijarán en si las fotos tienen máscara de enfoque y si cumplen las reglas de los tercios y a otros les resultará indiferente. A todos, gracias por llegado hasta
aquí. Supongo que no soy el único que piensa sobre
a dónde habrán ido los que ya no están con nosotros, o sí?
Saludos!