La noche parecía anunciarlo:
Las velas ya habían sido colocadas:
Su presencia se dibujó apenas, semitransparente, entre la densa niebla:
Y aquel torturado rostro donde las cicatrices de su violento fallecimiento todavía se podían apreciar, me mostró el mensaje que había venido a trasmitirme: El Barça ganaría el primer partido de la supercopa (desgraciadamente no es época todavía de quiniela, así que su profecía no me sirvió de mucho):